Robin Thicke tiene las mejores compañías
Blurred Lines. El cantante ya venía trabajando en el r&b, pero con su sexto disco logró conquistar los rankings mundiales con una canción que se transformó en la indiscutida reina del verano
Robin Thicke tiene las mejores compañías
Tiene el pelo y la pinta. El mismo falsete y esa inclinación hacia el R&B con tintes bailables. Incluso tiene los mismos productores y por ende, su sonido. Robin Thicke, con su tema Blurred Lines tuvo el éxito veraniego que Justin Timberlake no logró.
Esta es una aseveración que viene sonando en los medios desde que su video empezó a rotar por las redes sociales –ese que muchos, incluida quien escribe, calificaron de misógino– y se confirma luego con el disco en su totalidad.
Pero el comienzo fue el video. Allí Thicke, en compañía del productor y compositor Pharrell y el rapero T.I. bailan como si rozaran los sesenta, persiguiendo a chicas semidesnudas. Si bien sus intenciones generaron un sinfín de críticas, fue lo suficientemente inteligente para atraer la atención hacia una canción que en realidad tiene mérito propio.
Lo que hizo de Blurred Lines una mezcla infalible fue la producción de Pharrell, acertada y totalmente alineada con el sonido que definió al verano boreal de 2013: el funk renovado y la composición minimalista.
El productor supo tomar aspectos de su propio trabajo con the Neptunes –a quienes mucho les debe Justin Timberlake cuando comenzó a forjar su carrera solista– con tintes de lo que luego sería el disco Random Access Memories de Daft Punk. Por eso no debe de sorprender que ambas de sus colaboraciones, Blurred Lines y Get Lucky del dúo francés, sean los temas más exitosos de estos últimos meses. Tanto así que en realidad tendría que ser Pharrell el artista del verano.
Blurred Lines, una canción cuyo ritmo y estribillo quedan pegados en el cerebelo, tenía las condiciones para transformarse en la canción del verano. Y lo fue. Hoy lleva siete semanas en el tope del ranking Hot 100 de Billboard, la máxima estadía en el número uno del año.
Thicke –quien desde su segundo disco viene trabajando con Pharrell– ya venía cultivando una carrera pavimentada de un R&B meloso, pero carente del gancho que necesitaba para entrar al pop masivo. Pero para este, su sexto trabajo, tuvo la ayuda adecuada y fue editado en el tiempo preciso: Timberlake volvió a la música luego de un largo silencio, pero defraudó a muchos de sus fanáticos al alejarse de la pista para dedicarle canciones de amor a su objeto de deseo. Thicke apareció para llenar ese vacío que dejó en la discoteca.
Y, además de dichas similitudes, fue el toque del productor Timbaland lo que termina de forjar la unión entre ambos cantantes.
Responsable del éxito de Timberlake, forjado por el disco FutureSex/LoveSounds (2006) y el reciente The 20/20 Experience, Timbaland hizo de Take it Easy on Me –el segundo track del disco Blurred Lines–, un tema que bien podría ser un lado B perdido de las sesiones del FutureSex, incluidos coros que deberían ser marca registrada de Timberlake.
En la misma línea está la balada 4 The Rest of My Life, que aunque no contó con Timbaland detrás de las consolas, se ubica en paralelo a Until the End of Time de su antecesor.
Lo que agregó Thicke para que este disco sea de 2013 y con una identidad separada de la de Timberlake fue la introducción de la electrónica de moneda corriente, con temas como Give it 2 U y Feel Good, ambos supervisados por Will.i.am y el funk de Marvin Gaye que supo inspirar a Blurred Lines y el que podría reclamarse hijo de Daft Punk.
Como dice la revista Spin, es el disco que Timberlake era demasiado famoso para hacer. Puede que sea cierto. Pero no deja de ser un buen trabajo que ofrece un pop que no tiene miedo a ser cursi ni caer en la frase de levante irrisoria. Gracias a todo esto se transformó en la sorpresa en un año lleno de trabajos de alto perfil.
Fuente: + Kristel Latecki http://www.elobservador.com.uy/