Con Game Of Thrones todos queríamos gritar: ¡Dracarys!

El cuarto episodio de la séptima temporada nos dejó con la boca abierta.

¿Qué fue ese episodio? Hasta el momento se podría decir que el 7x04 ha sido el mejor episodio de Game Of Thrones.

En el capítulo anterior vimos el esperado encuentro entre John y Daenerys y, en este, fuimos testigos de "citas" menos amistosas: Jaime y la madre de los dragones, Theon Greyjoy y John, y hasta el reencuentro de los tres hermanos Stark con la poca efusividad que los caracteriza.

Lo que más llamó la atención es que en este episodio, además de desear tener un dragón, conocimos una cara más real de los personajes que se pueden comparar con los siete pecados capitales:

SOBERBIA

La soberbia la vemos reflejada en los dos guardias de Invernalia que reciben a Arya de forma despectiva y riéndose de lo que dice.

La pequeña Stark les da una lección de humildad cuando éstos empiezan a discutir entre ellos y ella aprovecha para entrar a buscar a su hermana Sansa.

PEREZA

Sabemos que Bran no se puede mover demasiado, y que desde que es el Cuervo de tres ojos ya no es el alegre y vital Stark que conocimos, pero es que da tanta pereza el personaje como parece que le da a él despedirse de la que siempre fue su protectora.

No solo eso, y es que al reencontrarse con Arya su efusividad es la misma que si la hubiera visto ayer.

LUJURIA

Hay dos momentos picarones durante el capítulo y los dos ocurren en Rocadragón: el primero es cuando Missandei le confiesa a Daenerys que con Gusano Gris han pasado "muchas cosas".

-"¿Muchas cosas?" pregunta la rompedora de cadenas... y su amiga le responde con una mirada de complicidad.

El segundo momento lo protagonizan John y Davos, cuando el primero describe a la Madre de Dragones como alguien con "buen corazón".

- "¿Buen corazón?", le replica su compañero, "lo vi mirándole su buen corazón", insistiendo en su evidente interés más que estratégico por la Targaryen.

GULA

La gula la podemos entender como alguien que nunca está lleno, que siempre quiere comer más, o en este caso, conspirar más, porque eso es lo que se le da mejor. Y hablamos de Meñique.

Este personaje misterioso que ronda por Invernalia nunca hace favores sin esperar nada a cambio. Y en este caso ha regalado un puñal... ¿esperará que se lo devuelvan?

ENVIDIA

Bronn parece que no está satisfecho con el dinero que le paga Jaime y le pide un castillo, o varios. Vamos, como los señores a los que él envidia y que tienen capacidad para mantener esos enormes habitáculos.

¿Llegará a tener uno?

AVARICIA

En un de los momentos más emocionantes del capítulo, aparece el multitudinario ejército dothraki para enfrentar a los Lannister, y en lo alto del cielo se exhibe Daenerys encima de su dragón.

Jaime y su séquito se quedan entre sobrecogidos y maravillados por ver a esa criatura que creían extinguida y con ese poder.

Al grito de "¡Dracarys!" el dragón acababa con todo lo que ella señalaba y dejaba a los Lannister sin opción de luchar.

Pero cuando ella vio que una lanza estaba a punto de dar a Drogon y ya estaba la batalla ganada, en vez de marcharse, le entró la "avaricia" y quiso dar un último impacto. Algo que le costó una grave herida a su más preciado "hijo".

IRA

Jaime Lannister, tras ver cómo los Dothrakis y Daenerys sobre su dragón arrasaban a los suyos, se quedaba inmóvil.

Pero cuando Bronn alcanzó al dragón con una lanza, y este aterrizó con la Targaryen encima, la ira del Matarreyes brotó y fue en su busca para matarla. Una mala decisión por dejar que se apodarara este pecado capital de él.

Toda esta escena era casi retransmitida por un Tyrion más preocupado que orgulloso de lo que estaba viendo. "Huye idiota", decía para sí el enano intentando proteger con la mente a su hermano... y es que si hablamos de debilidades humanas, de momentos que nos hacen de carne y hueso, Tyrion es el mejor ejemplo de todos.